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Oia es un pequeño pueblo marinero que tiene un encanto rústico que te atrapa con sus vistas al Atlántico. Pero lo que lo pone en el mapa de cualquier viajero es el Monasterio de Santa María de Oia, una maravilla cargada de historia que literalmente vive al borde del mar.
Monasterio de Santa María de Oia
Construido en el siglo XII, este monasterio cisterciense es único en Europa por su ubicación costera, un lugar estratégico pensado tanto para la contemplación como para la defensa. Sí, defensa, porque en sus tiempos también sirvió como barrera frente a los ataques de piratas. Si te acercas, verás su imponente fachada románica y sus muros que parecen llevar consigo siglos de historias contadas por el sonido del oleaje. Aunque no siempre está abierto al público, incluso verlo desde fuera merece la pena.
Siguiendo la carrera interior del pueblo te encuentras la Ermita de San Sebastián, pequeña pero bien conservada.
Alrededores
En los alrededores, las opciones son muchas. Puedes recorrer la Ruta de los Molinos de Oia, un sendero que te lleva a través de antiguos molinos de agua escondidos entre la vegetación. También puedes acercarte a Cabo Silleiro, a pocos kilómetros, para disfrutar de unas vistas espectaculares al atardecer y su faro vigilante.
Y si te apetece algo más relajado, no te pierdas las playas cercanas como Playa de A Guarda o una visita al Monte de Santa Tecla, un yacimiento celta con vistas impresionantes. Inluso hacer una visita al pueblo anterior y ver su famoso parador, en Baiona.
Oia es un lugar que mezcla mar, historia y tranquilidad. Perfecto para hacer una pausa, respirar hondo y dejar que el Atlántico te recargue. ¿Te animas a descubrirlo?
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